Cuando recobré la consciencia, estaba tumbado boca arriba sobre una superficie dura con unas rocas rojizas en el límite de mi campo de visión. Me atraganté intentando respirar la mezcla de gases malolientes que me asaltaban la nariz. Pensé que me moría y que estaba teniendo un último sueño, así que decidí intensificarlo y pedí una bañera de agua tibia y cristalina. Me froté largo y tendido con la esponja áspera e intenté pensar racionalmente. Sentí un ligero toque en algún lugar de mi interior y, al cabo de un instante, me di por vencido: al pie de cada árbol apareció un arpa que parecía de oro, cuyas cuerdas se movían suavemente, aparentemente movidas solo por la apenas perceptible flotabilidad que se elevaba a su alrededor. El aire parecía más denso de lo acostumbrado, así que respiré hondo un par de veces para asegurarme de que todo estaba bien y de que podía respirar con normalidad. Luego, usando solo la mano izquierda, me quité el traje. Si todo iba bien y la terraformación se desarrollaba aceptablemente, podríamos enviar una señal a la nave nodriza para que se detuviera en nuestro planeta en el siguiente paso y abandonara a su multitud de personas que buscaban un nuevo hogar en lugar de la Tierra destruida.
>
0 puntos de vista
Vídeos relacionados

100%

0%

0%

0%

0%

0%

0%

0%

0%

0%

0%

0%

0%

0%

100%

0%